CUANDO LAS LEYES CONVIERTEN EN DEMENTES A LOS JUECES

(Caso de EEUU)

       Es difícil imaginar que un bebé de un año de nacido se vea en la penosa obligación de confrontar a un juez porque ha entrado de manera ilegal a los EEUU. Algunos de esos jueces confesaba la incomodidad que le producía cuando debía preguntarle al bebé lo mismo que se le pregunta a un adulto, cosas como… ¿Por qué está en este lugar? ¿Cuál fue el propósito de traspasar la frontera de manera ilegal?

       Si uno le pregunta a los jueces sobre el absurdo de las preguntas, y del hecho de que un bebé tenga que presentarse ante los tribunales como si se tratara de un adulto, entonces responden: No hay ningún problema porque los bebés tienen un funcionario que se encarga de cuidarlos, además, los bebés se presentan con un defensor del menor que en última instancia es el que los representa y habla por ellos.

       ¿Son los EE.UU. una sociedad demente con leyes demenciales? ¿Es el mundo el que está demente? ¿Se ha llegado a un grado tal de demencia que hasta se ha llegado a justificar las acciones demenciales? ¿Cuál sería entonces la diferencia entre los jueces dementes y todo el absurdo aparato judicial que rodea estas escenas demenciales empezando por los funcionarios estatales que son más dementes porque se ciñen a leyes demenciales, entonces son dementes por conveniencia, por sobrevivencia, con aquellos dementes que lo son porque prefieren vivir esa vida de demencia?

       La diferencia sería que los dementes por conveniencia y sobrevivencia como son los jueces y toda esa clase de absurdos funcionarios patéticos alteran, destruyen y trastornan vidas humanas, a familias enteras, y por efecto, a toda una sociedad. Serían en ese caso verdaderos criminales, pero peor aún, con justificación de leyes dementes creadas por personas  más dementes que quienes las ejecutan.


       Mientras que los otros dementes, aquellos que consideran peligrosos, son esos que andan de aquí para allá, alegrándose más bien de la vida. Observando más que los sociólogos o cualquier analista social, contemplando más que esos monjes contemplativos, concluyendo más que esos denominados filósofos, y especialmente, disfrutando más de la vida que toda la sociedad que inunda con sus demencias las escuelas, las instituciones, y patéticamente las leyes.