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CUANDO LAS LEYES CONVIERTEN EN DEMENTES A LOS JUECES

(Caso de EEUU)

       Es difícil imaginar que un bebé de un año de nacido se vea en la penosa obligación de confrontar a un juez porque ha entrado de manera ilegal a los EEUU. Algunos de esos jueces confesaba la incomodidad que le producía cuando debía preguntarle al bebé lo mismo que se le pregunta a un adulto, cosas como… ¿Por qué está en este lugar? ¿Cuál fue el propósito de traspasar la frontera de manera ilegal?

       Si uno le pregunta a los jueces sobre el absurdo de las preguntas, y del hecho de que un bebé tenga que presentarse ante los tribunales como si se tratara de un adulto, entonces responden: No hay ningún problema porque los bebés tienen un funcionario que se encarga de cuidarlos, además, los bebés se presentan con un defensor del menor que en última instancia es el que los representa y habla por ellos.

       ¿Son los EE.UU. una sociedad demente con leyes demenciales? ¿Es el mundo el que está demente? ¿Se ha llegado a un grado tal de demencia que hasta se ha llegado a justificar las acciones demenciales? ¿Cuál sería entonces la diferencia entre los jueces dementes y todo el absurdo aparato judicial que rodea estas escenas demenciales empezando por los funcionarios estatales que son más dementes porque se ciñen a leyes demenciales, entonces son dementes por conveniencia, por sobrevivencia, con aquellos dementes que lo son porque prefieren vivir esa vida de demencia?

       La diferencia sería que los dementes por conveniencia y sobrevivencia como son los jueces y toda esa clase de absurdos funcionarios patéticos alteran, destruyen y trastornan vidas humanas, a familias enteras, y por efecto, a toda una sociedad. Serían en ese caso verdaderos criminales, pero peor aún, con justificación de leyes dementes creadas por personas  más dementes que quienes las ejecutan.


       Mientras que los otros dementes, aquellos que consideran peligrosos, son esos que andan de aquí para allá, alegrándose más bien de la vida. Observando más que los sociólogos o cualquier analista social, contemplando más que esos monjes contemplativos, concluyendo más que esos denominados filósofos, y especialmente, disfrutando más de la vida que toda la sociedad que inunda con sus demencias las escuelas, las instituciones, y patéticamente las leyes.

Los norteamericanos: Una sociedad armada y esquizofrénica



Que a todos los norteamericanos se les dé por sufrir de depresión severa, lo primero que diría el vecino sería algo así como -¡mi novia me dejó! Me siento muy mal, esto no me había pasado antes-, entonces, abres el clóset y demora como 10 minutos tratando de escoger entre el fusil automático, el revólver calibre 45 largo con balas de fusil, una sub ametralladora, 50 cuchillos de todos los tipos, granadas y una que otra pistola para ver cómo “solucionar” su “difícil” situación emocional. Finalmente se decide por un pequeño revólver de bolsillo, empieza a llorar, escribe una carta de dos líneas diciéndole a su familia cuanto ama a su perro y luego se dispara.

La vecina, una joven promesa de la medicina, estudiante de una universidad súper prestigiosa, grita desesperadamente cuando se entera de la noticia de la muerte de su vecino, en medio de su llanto empieza a decirle a sus amigos lo triste que fueron escritas esas dos líneas y cómo y por qué ha quedado el perro tan sólo en esta vida. Sus amigos la rodean, y todos la siguen en su “amarga” tristeza. Llega la noche y aquella joven sigue muy “afectada” emocionalmente, ya se hace tarde y todos en casa duermen plácidamente, mientras tanto, la joven se dirige a la cocina, prepara una de esas bebidas que aprendió no se sabe nunca cuándo ni dónde y amanece botando babaza en el piso de la cocina. El primero que la ve es su padre, que destrozado le grita a todos en casa lo ocurrido.

Los colegas del padre que es médico le quieren ayudar a superar el dolor, lo invitan a una salida en el campo, todos están almorzando y es cuando llega el padre que aún sigue recordando el terrible momento en que vio a su hija tirada en el piso, tiene en cada brazo fusiles de última generación y empieza a disparar a diestra y siniestra, la brutal masacre deja 34 muertos y 100 heridos, 10 de ellos muy graves. Al padre despechado no lo alcanza a capturar la policía, pues se suicidó en la escena.

Todos los norteamericanos horrorizados por la masacre acuden masivamente a comprar armamento, unos para adquirir su primer revólver y otros para completar el arsenal que tienen en casa, todos, hombres y mujeres, pensando en su “derecho” de defenderse. Van ocurriendo una serie de sucesos que hacen que a todos se les dé por dispararle a todo el mundo y a suicidarse… entonces, al final de esta tragicomedia, no queda ningún norteamericano con vida… triste decirlo.