¿Para qué se
creó el FMI? Se supone que se creó con el fin de AYUDAR a los países que estuvieran en problemas económicos, o como
dicen los economistas, ayudar a países que pudieran presentar contracciones económicas (sería más bien
en lenguaje médico). El hecho, es que después de la Segunda Guerra Mundial, el
FMI entró en escena al mismo tiempo que lo hacía las Naciones Unidas y un
montón de instituciones internacionales de carácter financiero, político y
también cultural, todo ello como para dar inicio a una especie de nueva
época.
Al
inicio, y como toda propuesta, el asunto pareció darle la razón a los que
habían implementado dicha idea. Las políticas económicas del británico John
Maynard Keynes se convirtieron en un referente durante varias décadas, y con
ello, dirían los neoliberales, un cierto sabor a socialismo. Las cosas
marchaban bien hasta que llegó la inevitable crisis económica más o menos
durante la década de 1980, ¿la solución? Era hora de cambiar de estrategia y
vender todo (casi hasta la vida) para dejarlo en manos de las instituciones
privadas.
La
solución fue temporal porque también llegaron las crisis por razones de la
expansión económica de los grandes países, pero nunca más se retornó al modelo
keynesiano porque la dinámica del capitalismo podría superarse así mismo. El
método de esta autosuperación para las brillantes (pero estúpidas) mentes de
los sabios del FMI, era no sólo seguir privatizando hasta la médula de todo
sector económico, sino que la novedad consistió en recortar gastos públicos.
Entonces,
sólo tienen derecho a tener dinero unos poco, porque si los muchos lo tienen, se
genera algo que se denomina inflación, es decir, aumenta los costos de todo,
teniendo como consecuencia afectar la moneda local y otro montón de etcéteras
que se puede solucionar, según esos sabios estúpido, mediante la eliminación de esos tales gastos públicos,
esto es, quitarle dinero al pueblo.
¿Y el
pueblo? Está siempre allí, en toda la historia, manso como una arroyo, pero
furioso cada vez que ha tenido que levantarse contra las injusticias,
especialmente contra la mayor injusticia histórica de todos los tiempos, el
hambre.
Es por
ello que los pueblos latinoamericanos deben seguir el ejemplo de sus mayores,
y seguir luchando, no sólo contra el FMI, sino contra todo lo que representa,
opresión y sólo opresión, si antes se ha podido, ahora sí que podrá conseguirse la victoria.