Existe el rumor de pasillo
que el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, cuando era candidato a su primer
periodo presidencial, las grandes firmas
internacionales le habían obligado a firmar una serie de compromisos que
limitarían sus programas sociales una vez llegara a la presidencia. Así que me inquietaba el
hecho que Brasil, siendo la potencia económica de América Latina, se viera
bastante afectado por la incidencia de los holding, si esto era así, entonces,
¿qué se podría esperar de los demás países con mucho menor capacidad financiera
y peso político como Colombia por ejemplo?
Esta situación lo traigo al
recuerdo por lo que está aconteciendo en Colombia, se trata de uno de los paros
de maestros más prolongados de los últimos años, y la razón fundamental no es el
salario, que supone debería ser el motivo del paro nacional, sino que tiene que
ver con solicitar mayores aportes al sistema participativo en la educación, y
ello contempla atender necesidades de otra índole como la alimentación para los niños,
arreglo de la infraestructura educativa como mejoras de los colegios, ampliación
de salones, herramientas educativas, tecnologías de la información
y tantos otros recursos que se necesitan.
He ahí el problema. Los profesores no se están
enfrentando al presidente Santos ni a la ministra de educación, se están
enfrentando nada más y nada menos que al famoso Fondo Monetario Internacional y,
como dirían los caricaturistas, sus compinches, que son el Banco Mundial y el
Banco Interamericano de Desarrollo.
No sólo estas entidades
ejercen presiones sobres los jefes de Estado en América Latina, sino también,
hay que sumarle las firmas de inversión más grandes del mundo como Allianz
Global Investors o JP Morgan que sino controlan los gobiernos, sí ejercen una
influencia decisiva a la hora de tomar medidas de políticas económicas.
Así que los docentes de Colombia
se están enfrentando a un monstruo, y aunque las organizaciones sindicales han
hecho llamados invitando a la sociedad a participar del paro, la respuesta ha
sido como de costumbre tibia, por no decir fría, frente a las expectativas y
resultados que se puedan generar de las negociaciones entre los maestros y el
gobierno colombiano.
Si Santos sigue
reiterando que no hay dinero para suplir las peticiones, es simplemente porque
sigue lineamientos de las entidades externas por efectos de riesgos
financieros, o, como lo diría algún experto economista, para evitar una
hipotética quiebracracia, es decir, que el Estado deba intervenir cuando las
entidades financieras entran en crisis.
¿Será una utopía lo que
persiguen los maestros? Una utopía socialista, dirían los neoliberales, una
utopía capitalista, dirían los socialistas.