Mostrando entradas con la etiqueta PULSO MUNDIAL. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta PULSO MUNDIAL. Mostrar todas las entradas

GUERRA GEOPOLÍTICA DE LA POST PANDEMIA - parte II

       El detalle está en cuál potencia económica podrá ser capaz  de reemplazar al envejecido Estados Unidos, y si esa nueva potencia mundial logrará vencer en el terreno político, económico y tecnológico.

       Imaginemos un escenario en el que los Estados Unidos no logren obtener una vacuna a tiempo, sino que sean los chinos quienes lo logren primero. Imaginemos a un Donald Trump reacio a aceptar la ayuda china, y que la población norteamericana presione para que la acepte porque siguen aumentando las muertes.

       Pues el día en que los Estados Unidos reciban una ayuda de una vacuna proveniente de China, significará, en términos políticos, una derrota norteamericana frente a China, tan terrible como la que sufrió en Vietnam, dejaría de ser, por lo menos en el imaginario social, la primera potencia económica y militar.

       Entonces la preocupación será quién ganará la batalla por la obtención de la vacuna efectiva contra el coronavirus. Pues, derrotar el COVID – 19 será derrotar al resto de países competidores.

       Hay que tener en cuenta que las características de una guerra geopolítica van desde los conflictos bélicos librados en el Oriente Medio en el que tienen metidas las narices los rusos y norteamericanos, hasta la adquisición de tierras en África, en el que tienen metidas las narices los chinos y algunos otros países como India y Brasil, de modo que el coronavirus lo que ha hecho es darle un golpe al tablero geopolítico mundial, en una especie de reacomodamiento de las potencias.

       En una entrevista hecha a un exfuncionario de la antigua URSS, le preguntaron por qué los rusos se habían tomado tan en serio el juego de ajedrez, a lo que éste respondió que, como debían estar a la altura de los grandes, buscaron algún deporte donde pudieran hacerlo, ya que en el fútbol y otros deportes tenían escasas posibilidades, así que vieron en el ajedrez una oportunidad de vencer a los grandes, no a los grandes jugadores de ajedrez, sino vencer a las otras grandes potencias.

       Sólo en el detalle del ajedrez es un fiel reflejo de que una guerra geopolítica tiene que ver con todo. Con los recursos naturales, con el desarrollo de armas de guerra, con las posiciones militares, con el dominio espacio – territorial, con la influencia cultural, mejor dicho, una guerra geopolítica es en el fondo una guerra de guerras.

       Habrá vencedores, vencidos y víctimas. ¿Quiénes serán los vencedores? ¿Quiénes serán los vencidos? Aunque hay quienes se atreven a pronosticar ciertos actores en la guerra geopolítica, lo que sí es claro, es que las víctimas será la población civil, han sido realmente las únicas víctimas en los conflictos bélicos y económicos a lo largo de la historia capitalista.

       Alguien mencionó que las personas que más mueren son los pobres por el hecho de que no tienen los recursos suficientes para pagar lo suficiente para que puedan ser atendidos debidamente. Y es este sector el que inevitablemente sufrirá los estragos de la guerra geopolítica que se acentuará con la crisis de la pandemia.

       Y es que la pandemia del coronavirus COVID-19 ha servido como una perfecta cortina de humo para cubrir cualquier tipo de problemas internos de los países afectados, y seguirá así por ciertos meses.

       Lo terrible de todo esto es que la manipulación de la opinión pública es una especia de hipnotismo, que cuando la persona entra en razón ya es demasiados tarde, es por ello importante que las sociedades no pierdan de vista los múltiples problemas que azotan a los países afectados por la pandemia, esos otros problemas que son tan terribles como la pandemia misma y que debe ser atendida con la misma urgencia.

       Como mencionara alguien, no es que la población sufra de amnesia, sino que sabe bien cómo mantener desviada la atención sobre problemas que son delicados. Así que es la población civil la que debe entrar en el juego de la guerra geopolítica, pues, el rayado discurso de nacionalismo exacerbado lo que hace es seguir desviando la atención sin producir ningún tipo de solución.

       Los líderes mundiales conocen ese terreno de la guerra geopolítica, y saben cómo actuar. Es por ello fundamental que la sociedad civil debe asumir la responsabilidad de hacer parte activa de esa guerra geopolítica y asumir también la responsabilidad que significa ser un contra poder.

       ¿Ha notado el lector que de la noche a la mañana desapareció del escenario las grandes manifestaciones públicas? ¿Ha notado el lector que no se habla de otra cosa sino de la pandemia del coronavirus COVID-19? ¿Ha notado el lector que mientras medio mundo está en confinamiento, los líderes políticos siguen en sus actividades? ¿Qué se debe o qué se puede hacer frente a la realidad de la guerra geopolítica de alcance mundial?

       Todo esto me recuerda lo sucedido con el continente africano a finales del siglo XIX. La batalla por el dominio territorial de parte de los reinos europeos tenía como objetivo mantener en la medida de lo posible los monopolios comerciales de las materias primas, especialmente en el campo de la minería, esto desató a mediano plazo la Primera Guerra Mundial, ya que los alemanes exigían y reclamaban mayor participación de la torta mundial.

       Y también me recuerda lo sucedido con las colonias asiáticas durante el siglo XX, en éstas competencias no estaban solo las naciones europeas, con ellos también los acompañaban las grandes corporaciones. Las industrias que ponen en la mesa de los hogares los productos de primera necesidad son las más explotadoras, pero las familias no tienen la culpa, como no la tuvieron los habitantes de Alemania cuando fueron interrogados si sabían o no sobre la cuestión del holocausto judío, y por supuesto, dijeron que lo desconocían.

       Las sociedades no son los culpables, los culpables son sus gobiernos. Ahora bien, ¿quién se sienta a pensar de dónde y de qué manera proviene todo lo que llega a la mesa de la cocina? Nadie, y aún no lo quisieran saber. Pero la realidad es que el problema con la competencia en el fondo es bajar precios de los productos a como dé lugar.

       De modo que ignorar el contexto de la compleja producción de los bienes y servicios no significa que desconozcan esa realidad, significa que hay que conocer para comprender esas otras realidades, para sensibilizar a las sociedades, para humanizar los procesos productivos, porque de lo contrario, tendría como consecuencia más conflictos bélicos.

       Por eso se dice que es importante saber sobre el futuro del agua potable, que cada vez escasea más y más, y se especula que pronto se producirán guerras por este recurso natural que es vital para la supervivencia.

       Ahora bien, es raro encontrar personajes como Bill Gates, que ha prometido regalarle al mundo la vacuna si su fundación logra formularla primero que las otras compañías farmacéuticas. Ya que esto bajaría la intensidad social y política alrededor de la guerra geopolítica.

       Todo el mundo está a la expectativa no solo por la carrera de la vacuna contra el coronavirus sino por la carrera farmacéutica, pues ya se dice que la economía del siglo XXI estará determinada por nuevas pandemias y nuevas vacunas. Así que, a la carrera por mantener una sociedad satisfecha de agua, por la competencia de estar adelante con la última tecnología, se le agregará la guerra por la medicina.

       El Washington Post pronosticó que si no se detenía el capitalismo salvaje, la humanidad tenía dos posibilidades, o se acaba la humanidad, o se acaba el capitalismo salvaje. Creo en la hipótesis de las dos posibilidades que le quedan a la humanidad es, o una pax política entre las sociedades o un perfeccionamiento de la guerra.

       De modo que el capitalismo salvaje, o también llamado neoliberalismo o neoconservadurismo, igual, cualquiera de las ideologías es igual de brutal y salvaje. El hecho es que cualquiera de estas vertientes llevará a la humanidad a un perfeccionamiento de la guerra, esto, claro está, si la sociedad no actúa. 

       Por eso algunos apuntan a las organizaciones civiles y sociales como la mejor herramienta para contraatacar políticamente cualquier decisión de los gobernantes, pero para ello debe existir una organización internacional, pero será difícil, muy difícil, casi imposible, ya que las organizaciones sociales están lleno de diversos pensamientos y vertientes ideológicas.

       Así que intentar una alternativa unificada social para revertir las políticas neoliberales es un hecho descartable. En ese caso, ¿Podrá existir alguna solución? Aunque parezca paradójico, es la misma naturaleza la que ha podido unificar, por lo menos momentáneamente, a las sociedades del mundo para combatir los desequilibrios salvajes de la economía actual, el coronavirus es una muestra de ello.

       Pero la memoria colectiva se desvanece como la neblina, todo se olvidará y pasará a la historia como una anécdota más, entonces, ¿la humanidad ha perdido su capacidad de reflexión y de pensarse a sí misma? Existe aún la esperanza de que existan vagos cambios paradigmáticos en el modo de ver la vida, un cambio de cosmovisión.

       ¿En qué radica esa esperanza? En la posibilidad de que las sociedades exijan gobernantes más sensibles a una sociedad y a una economía, no tanto solidaria, porque eso sería una nueva utopía, pero sí sostenible, que se apega más a una posible realidad.

       El hecho es que, lo que está sucediendo con la guerra civil en Yemen, en Siria, en Sudán del sur, o cualquier otra parte del mundo, es pequeño comparado con las circunstancias políticas que vendrán, es pequeño comparado con las futuras guerras entre las potencias, porque en estos momentos, detrás de todos esos conflictos bélicos, están las potencias y las grandes corporaciones, avivando  las divisiones sociales con el único objetivo de consumir los recursos naturales como león a su presa. Pero algún día, serán las potencias las que se enfrenten de manera directa.

       Ahora bien, personajes como Trump en los Estados Unidos, Johnson en el Reino Unido o Bolsonaro en Brasil están al mando de sus países. Y están allí por la sencilla razón de que fueron elegidos por voto popular. Así que, por más estúpidas o absurdas que sean las políticas de estos personajes, no hay que olvidar que tuvieron el respaldo de sus votantes.

       Y las críticas dicen entonces, que los que votan por este tipo de personajes son conscientes de la fatalidad de las políticas que puedan generar, aun así, pareciera que a los votantes, es decir, al pueblo, no le importara las consecuencias nefastas que resulta de estos líderes mundiales. Pero lo que ignoran estos votantes, lo que ignora ese pueblo, es que tarde o temprano también se verán terriblemente afectados por las políticas siniestras de estos personajes.

       De modo que la consciencia va en todos los ámbitos sociales, económicos, políticos y culturales. Es una consciencia que debe ir más allá de las consideraciones de la sostenibilidad, de ayudar de vez en cuando a alguien, de considerar la solidaridad como algo nefasto para los demás. Es importante que los pueblos entiendan que está en sus manos el evitar una hecatombe con una guerra geopolítica sin precedentes.

GUERRA GEOPOLÍTICA DE LA POST PANDEMIA - parte I


        ¿Qué país será el primero en lograr una vacuna contra el coronavirus? ¿Cuál será la compañía que lidere la investigación para una vacuna efectiva? ¿Habrá un cambio de paradigma social, político, cultural y económico después de la pandemia? ¿Qué intereses geopolíticos persiguen las grandes compañías y las potencias mundiales en el proceso de recuperación económica?

       Dicen que entre las mayores preocupaciones de Donald Trump está el hecho de que China se está expandiendo con sus industrias en algunos países árabes, que su participación en la tecnología 5G se está haciendo cada vez más amplia, y que su influencia política en América Latina se está arraigando.
       Esto, además de la situación de la pandemia que se está complicando cada vez más en los EE. UU., a pesar del buen optimismo de las autoridades. Pero, ¿son los halcones norteamericanos con sus grandes empresas los únicos preocupados? Hay otros actores preocupados y ellos son los países europeos con sus corporaciones igualmente preocupadas.

       Si bien la estrategia de la cuarentena tiene paralizado a medio planeta, todos están pensando ya en la estrategia a seguir el día después de la cuarentena. Ya no interesa tanto las advertencias de los expertos mundiales en salud, sobre un muy posible rebrote del coronavirus COVID-19 hacia finales de este mismo año de 2020 que puede ser igualmente peligroso para las poblaciones.


       Ya no importa tanto para los mandatarios de las potencias occidentales y asiáticas  los millones de empleos que se han perdido alrededor del mundo por cuenta de la mencionada crisis económica.

       Ya no importan para los líderes políticos qué tantos muertos pueda resultar de un nuevo rebrote de la pandemia u otras consecuencias que pueda resultar en una verdadera hecatombe de hambruna para los millones de personas en el mundo.

       Después de este panorama, se puede decir entonces que la otra cara del coronavirus será precisamente el de la guerra geopolítica. Todas las potencias económicas ven en esto la oportunidad de oro para obtener ventajas comerciales e influencia política sobre las demás naciones ya que detrás del motivo que es para salvar a la población, estará presente las negociaciones de tipo comercial a mediano y largo plazo.

       Y estas situaciones similares han ocurrido cuando se han presentado guerras bélicas, como cuando los Estados Unidos, en compañía de su inquebrantable aliado los ingleses, invadieron Irak, estaban detrás sectores políticos y las grandes corporaciones esperando la oportunidad de obtener millonarios contratos con el oro negro, conocido también como petróleo.
       
       Ya hay países donde se han presentado corrupción por cuenta de contratos para la obtención de materia prima y de productos comestibles para ayudar a la población, cuando realmente lo que se está haciendo es despilfarrar el dinero público.

       En otras palabras, las malas inversiones del estado y las desviaciones de fondos públicos se están haciendo visibles, y eso que apenas se está iniciando una fase de recuperación económica.

       El hecho es que la guerra geopolítica que ya está en marcha,  y que empezó desde la caída de la antigua URSS con la consecuencia del feroz neoliberalismo que ha arrasado con los recursos naturales de los países pobres asiáticos, africanos y latinoamericanos, se ha acentuado con la pandemia.

       Es importante también mencionar que las organizaciones no gubernamentales y todo tipo de asociaciones y organizaciones sociales que aparentemente buscan ayudar a los más necesitados, han hecho de la contribución y colaboración voluntaria todo un negocio más, en el que la estrategia de mercadeo está a la altura de las grandes corporaciones.

       Estos es, que cuando contribuyes con dinero, en el fondo estás sosteniendo a todo un aparato administrativo en el que se enriquecen los dueños o accionistas y poco o nada les llega a los más necesitados. Es decir, se ha hecho de las donaciones un emporio económico como cualquier otra multinacional.

       Y es que la guerra geopolítica tiene que ver con los factores no sólo económicos, también en el ámbito tecnológico, cultural y social. Pues, el hecho de que las grandes compañías estén haciendo donaciones, que las potencias económicas estén atentas a los problemas de las naciones pobres, y de que instituciones como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial estén haciendo previsiones económicas a cada país, debe entenderse siempre como una deuda a pagar.
   
       Y esa deuda tendrá que pagarse no solo con dinero, sino con una subordinación frente a las grandes corporaciones. Pero la preocupación no es tanto la situación de los países pobres. Pues, es conocida la situación de subordinación y colonialismo de las naciones pobres frente a las potencias económicas.

       Lo que importará en adelante es obtener una vacuna en tiempo récord con el fin de hacer un buen uso político de ella, y por efecto, las ventajas geopolíticas que esto pueda tener. Tan sólo un ejemplo se ha presentado en la obtención de las máscaras de protección, se han acusado unos a otros de generar especulación con los precios y de tener ventajas logísticas.



LA OTRA CARA DEL CORONAVIRUS Nacionalismo, racismo y xenofobia


       La realidad política es más cruenta y terrible que la realidad social, y es que la mayor preocupación de los líderes mundiales no es el coronavirus, en ningún momento. Son las consecuencias económicas que trae este virus. Y las medidas de todo tipo de restricciones no son precisamente para proteger la vida, si no para minimizar los riesgos comerciales, todo ello, bajo el paradigma del salvaje, terrible, cruento e insensible modelo neoliberal.

       Los despidos de miles de trabajadores independientes, de prestadores de servicio y muchos otros miles más, es una consecuencia de la pandemia mundial, esto por supuesto, no detendrá el contagio de millones de personas, es imposible el virus, solo el mismo organismo de las personas lo puede lograr, los más capacitados sobrevivirán diría un evolucionista.

       Pero surge un interrogante, ¿será el coronavirus un terremoto contra el neoliberalismo? Por el momento Wall Street muestra síntomas de estabilidad, sin embargo, expertos en la materia aseguran que después de la convulsión de la pandemia se tomarán nuevas políticas, económicas y sociales.

       En este orden de ideas, es una señal fatal cuando Donald Trump tildó el coronavirus como de virus chino, esto causó indignación pero no lo suficiente como para cambiar el racismo implícito en esa declaración, mejor dicho, en ese estigma.

       Sin bien es cierto que el nacionalismo, acompañado del racismo y la xenofobia no es un asunto nuevo en la sociedad norteamericana, recuérdese por ejemplo el genocidio contra los indígenas nativos, es preocupante que resurja con fuerza cuando el siglo XXI supone una transformación de paradigma en relación con la convivencia de todas las culturas en el mundo.

       Ese resurgir es sólo comparable a las ideologías religiosas radicales que no toleran la diversidad de pensamiento. Y es que estos tres factores: nacionalismo, racismo y xenofobia está estrechamente ligado a las relaciones de poder, esto es, considerar al otro como inferior frente a cierta clase o estamento político y social.

       Lo triste es que el coronavirus se ha convertido en la justificación perfecta para que sectores ultraconservadores en varios países están construyendo sus discursos con el propósito de expulsar a inmigrantes asiáticos, pero que comprenden también sectores como los afrodescendientes o latinoamericanos.

       Por parte de los líderes políticos radicales, se entiende que sus acciones tienen como fondo intereses económicos y geopolíticos. Pero lo más preocupante, es que las personas que simpatizan con estas ideologías radicales lo hacen inmersos en la ignorancia, que es en el fondo más peligroso que cualquier otra razón o circunstancia.  

Los norteamericanos: Una sociedad armada y esquizofrénica



Que a todos los norteamericanos se les dé por sufrir de depresión severa, lo primero que diría el vecino sería algo así como -¡mi novia me dejó! Me siento muy mal, esto no me había pasado antes-, entonces, abres el clóset y demora como 10 minutos tratando de escoger entre el fusil automático, el revólver calibre 45 largo con balas de fusil, una sub ametralladora, 50 cuchillos de todos los tipos, granadas y una que otra pistola para ver cómo “solucionar” su “difícil” situación emocional. Finalmente se decide por un pequeño revólver de bolsillo, empieza a llorar, escribe una carta de dos líneas diciéndole a su familia cuanto ama a su perro y luego se dispara.

La vecina, una joven promesa de la medicina, estudiante de una universidad súper prestigiosa, grita desesperadamente cuando se entera de la noticia de la muerte de su vecino, en medio de su llanto empieza a decirle a sus amigos lo triste que fueron escritas esas dos líneas y cómo y por qué ha quedado el perro tan sólo en esta vida. Sus amigos la rodean, y todos la siguen en su “amarga” tristeza. Llega la noche y aquella joven sigue muy “afectada” emocionalmente, ya se hace tarde y todos en casa duermen plácidamente, mientras tanto, la joven se dirige a la cocina, prepara una de esas bebidas que aprendió no se sabe nunca cuándo ni dónde y amanece botando babaza en el piso de la cocina. El primero que la ve es su padre, que destrozado le grita a todos en casa lo ocurrido.

Los colegas del padre que es médico le quieren ayudar a superar el dolor, lo invitan a una salida en el campo, todos están almorzando y es cuando llega el padre que aún sigue recordando el terrible momento en que vio a su hija tirada en el piso, tiene en cada brazo fusiles de última generación y empieza a disparar a diestra y siniestra, la brutal masacre deja 34 muertos y 100 heridos, 10 de ellos muy graves. Al padre despechado no lo alcanza a capturar la policía, pues se suicidó en la escena.

Todos los norteamericanos horrorizados por la masacre acuden masivamente a comprar armamento, unos para adquirir su primer revólver y otros para completar el arsenal que tienen en casa, todos, hombres y mujeres, pensando en su “derecho” de defenderse. Van ocurriendo una serie de sucesos que hacen que a todos se les dé por dispararle a todo el mundo y a suicidarse… entonces, al final de esta tragicomedia, no queda ningún norteamericano con vida… triste decirlo.

Los come mierdas

El país (todos los países del mundo) está compuesto por tres tipos de come mierdas
los primeros, son los come mierdas que se la quieren comer por voluntad propia, ya sea por su ignorancia, esto porque nunca creen lo que se les dice y lo poco que creen son informes y noticias que les llega a medias. O porque son engañados por políticos o personas "astutas", esto porque siempre creen lo que cualquiera les dice y consideran que el respeto a una persona que habla cosas raras o bonitas o suaves se les debe culto y reverencia absoluta. O porque realmente están convencidos de que comer mierda es la mejor decisión (o una de sus mejores decisiones) de sus vidas, ciegos de que han encontrado la mejor mierda.

Los segundos, son los come mierdas resignados, que saben que están comiendo mierda pero que no ven otra alternativa, ya sea porque no tienen dignidad, o la han perdido, o porque no son creativos, o se ven simplemente "encerrados" por simple imposibilidad.

Los terceros, son los come mierdas contra su propia voluntad y conciencia, por causa de ese leviatán gigante que obliga a todo el mundo a comer mierda. Pero hay unos pocos quienes prefieren no comer mierda porque no son ignorantes, ni resignados y están dispuestos a defender su dignidad.