El día que muera Álvaro Uribe Vélez


       Muy seguramente el gobierno de turno decretará tres días de duelo, con la inminente protesta de un sector de la sociedad que considerará un irrespeto hacia el gran líder que ha tenido Colombia en toda su historia por tan pocos días de duelo, y eso seguramente, por el resentimiento irracional de la dirigencia del país que nunca supo valorar las ideas del gran Uribe.

       Cuando su féretro pase lentamente por las avenidas de Bogotá, habrá multitudes que lamentarán y lo llorarán, batiendo un nuevo récord, ya que será más frenéticamente ovacionado que el mismísimo Kim Il-Sung. Serán expuestas gigantísimas pancartas con su rostro en diferentes versiones: sonriente entre las multitudes, con los brazos extendidos en pleno discurso, o con un bebé en brazos dándole un besito en la frente, de las mil maneras del gran Uribe dirigiéndose al pueblo.

       Un grupo de verdaderos intelectuales se propondrán escribir hasta completar una enciclopedia con más volúmenes que el diccionario Espasa-Calpe, que titulará URIBE: El hombre y la leyenda. Una que otra universidad programará conferencias y cátedras única y exclusivamente para hablar de sus grandes ideales, se conformarán grupos de investigación para analizar a profundidad sus pensamientos políticos, sociales, económicos y culturales.

       Grandes líderes mundiales como George W. Bush (padre e hijo) y Donald Trump, además de personalidades como el ex procurador Alejandro Ordoñez, entre otros, emitirán extensos mensajes en el que recordarán al gran líder de Colombia, ya que nunca volverá a nacer en el mundo alguien como él.

       Y de repente, en un arrebato por el dolor de patria, un grupo de jóvenes entusiastas, intentarán pintar el rostro de Uribe en los muros del capitolio y del palacio de Nariño, pero no serán detenidos, ya que fue un acto de valentía de parte de unos patriotas de querer perpetuar la memoria de un grande.

       Luego, después de pasados los días y los años, llegará otro presidente, que con los mismas manipulaciones de masas y mentes, creará un imaginario aún más fuerte, hasta crear efectos en el pueblo que le harán grandes monumentos en vida, celebrarán obras teatrales con títulos que llevarán su nombre y las multitudes repetirán nuevamente, esta vez con mayor fanatismo, la estupidez que tanto le había costado al país salir de ella.