¿EE. UU. DE AMÉRICA O EE. UU. DE LAS CORPORACIONES?

Ya no queda nada de ese Estados Unidos de América del siglo XVIII. Ya no queda nada de ese Estados Unidos que contaba con los más prestigiosos centros académicos independientes y confiables. Ya lo que queda son los Estados Unidos de las corporaciones.

Si hay un grupo de presión más poderoso que la orden de los iluminados (Illuminati), con más redes de contactos que los francmasones, con más influencia política que el opus dei, que los judíos o cualquier organización religiosa, esas son las corporaciones, más exactamente, las corporaciones financieras.

Ni siquiera Bill Clinton con sus ideas progresistas pudo detener el avance de la influencia de las corporaciones, ni Barack Obama con sus ideales liberales revolucionarias, hasta el punto de ser tratado de comunista por sus opositores políticos, pudo hacer mucho para detener el lobby de las corporaciones. Ni siquiera las famosas leyes antitrust que supone detener la unión o asociación de las grandes compañías las ha podido detener, ni las leyes antimonopolio, ni las protestas sociales, ni nadie las ha podido detener, inclusive, ni la corte suprema de los Estados Unidos pudo hacer algo, al final reconoció en las corporaciones las cualidades de una persona.

En primer lugar, las corporaciones se apoderaron del congreso norteamericano, actúan como verdaderas mafias, parece que sin su apoyo no hay elecciones ni campañas políticas. Luego, se apoderaron de lo único confiable que quedaba y eran los centros de investigaciones académicas, en adelante, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, cualquier estudio sobre alimentos, contaminación ambiental o datos que resulten de alguna estadística es factible de ser dudoso, pues detrás siempre hay una corporación que es la que financia los trabajos y a los investigadores, luego se apoderaron de cuanto centro cultural o civil se atraviesa a sus intereses.

¿Entonces que quedó? Quedó un Estado Unidos pequeño, con muy contados centros académicos realmente independientes, quedó una política norteamericana pequeña.

Se puede concluir entonces que los Estados Unidos de América es una nación corporativa en el término amplio de la palabra, gobernado y dirigido por las decisiones de las corporaciones. De modo que, cuando el presidente de los Estados Unidos habla de guerra, vacunas, economía, sociedad o cualquier otro tema, en el fondo, están hablando las corporaciones.