¿Quién tiene la razón? La
mayoría de las veces en el ámbito académico, quien dice tener la razón se
prepara para dar los mejores argumentos ya
sea en pro o en contra de algún tema determinado que se presente. Otras
veces, en el ámbito político, no sólo los argumentos se tienen en cuenta, sino
también la fuerza de la oratoria que le acompaña para defender alguna noción,
pero, ¿qué pasa cuando se trata de la sociedad?
Cuando es la sociedad que
está profundamente dividida por un asunto, se llenan los espacios
públicos, académicos y aún los culturales para defender con argumentos y con la
fuerza de la oratoria los pros y los contra de algún tema, por lo tanto, cuando
todos los frentes están agotados, al parecer, la única alternativa que
queda es el camino de la violencia.
La violencia empieza con
una baja intensidad, para luego, cada día, aumentar más y más hasta llegar a un
punto de inflexión en el que la violencia generará más violencia de
manera que los conflictos a gran escala parecen inminentes. Hay que tener en
cuenta, que para el caso de Venezuela, ese tema se trata nada más y nada menos
que del máximo poder político que representa un presidente.
Triste que los
venezolanos estén en un crudo conflicto social, porque el asunto toca todos los
ámbitos de la vida de la sociedad venezolana. Frente a esta situación, es la
realidad tanto como la historia, las que pueden ofrecer la imparcialidad para
resolver este tipo de cuestiones.
Sin lugar a dudas la
realidad contradice a los poderes que ostentan este momento el gobierno oficial
de Venezuela, ¿por qué insisten Maduro y sus generales en aferrarse al poder? La
única explicación viable y lógica es que debe ser por razones
económicas, nada más.
Por lo tanto, es hora de
que Venezuela se enfrente contra esa otra Venezuela, que obstina, por miedo al
futuro o por rabia, en seguir apoyando al régimen. Debe ser, definitivamente el
último capítulo hacia la libertad.