NEOCONSERVADURISMO Y NEOLIBERALISMO El enfrentamiento mundial de las doctrinas económicas

       La paradoja del neoconservadurismo y del neoliberalismo se basa en que el primero sigue los lineamientos del proteccionismo económico, y el segundo se basa en el libre mercado, y lo más sorprendente, es que el primero puede considerarse una especie de neocomunismo, las ironías de la vida.

       Y más irónico aún, es que desde mediados de la década de 1980 (por decir lo más próximo en términos históricos), es que sea precisamente los pequeños y medianos empresarios los que a largo plazo han podido beneficiarse de la globalización no sólo económica, sino también en el aspecto cultural dada la imperante hiperconectividad en que se encuentra el mundo de hoy.

       Lo anterior constituye una rara competencia a los grandes oligopolios, a los holdings  y a las principales multinacionales. Es como si aún perviviera el conflicto social y doctrinal entre la aristocracia medieval y el grupo de los llamados burgueses. La situación política que ha estado sucediendo en los Estados Unidos, y que se prevé, sucederá también en algunos países europeos como Inglaterra por ejemplo, ha sido más bien una especie de guerra civil expresada en las urnas.

       Quizás sea una reacción momentánea de parte de las sociedades conservadoras (porque hasta la gente joven es conservadora), como respuesta a los sucesivos cambios económicos estructurales. Parece como si la historia, en el que grupos de trabajadores quemaban fábricas durante el siglo XIX y XX por considerarlas dañinas para ellos y un serio peligro para el futuro, asunto que en su momento fue superado se repitiera, volviendo al rayado, hostigante y antiguo concepto del nacionalismo.

       Los choques ideológicos económicos han sido tan radicales, que han resultado en guerras civiles, en revoluciones y en guerras convencionales entre naciones. Quizás lo rescatable de los fenómenos políticos acaecidos en los últimos años (hay que recordar también la denominada primavera árabe), es que en todos los sectores sociales se ha entrado en una especie de reflexiones, de lo que se ha hecho, de lo que hay, y de lo que falta por hacer.

       Sea como fuere, prefiero que tanto el neoconservadurismo como el neoliberalismo se limiten a un enfrentamiento mundial de doctrinas económicas, y que la sociedad exprese su ansiedad y temores en las votaciones de cualquier elección política que se celebre, prefiero eso a que vuelvan los espantosos recuerdos de una guerra.


LA GUERRA ECONÓMICA DE TRUMP HA COMENZADO


Como neocomunista, es el calificativo que le cabría a Donald Trump. El cierre de fronteras a un sector social de inmigrantes, aumento de aranceles a productos importados, disminución de impuestos a las grandes empresas y a multimillonarios con el hipotético propósito de que estas entidades y personajes concederán un mayor aumento en el empleo a los norteamericanos, son algunas de las características del nuevo (con dudosa legitimidad por el asunto de la intervención rusa en las elecciones) presidente de los EEUU.

       El enfrentamiento diplomático con el gobierno chino, luego con el gobierno japonés, y después, con el gobierno mexicano, es apenas el inicio de una guerra económica que inicia el neocomunista Trump, además, porque de manera inaudita, busca una cierta cercanía con el gobierno ruso, enemigos históricos en el campo miliar y económico. Y, como toda guerra, habrá victoriosos y derrotados, entonces, la pregunta es, ¿quiénes serán los más perjudicados?

       Paradójicamente, el neocomunismo busca proteger los intereses de los grandes holdings porque simplemente la globalización también beneficia, guardada las proporciones, a los medianos y pequeños empresarios. Ahora, ¿Esa guerra económica de Trump generará más empleo en los EEUU? La reflexión está en los efectos secundarios de las políticas económicas.

       Las negociaciones de Trump con los empresarios no son tales, sino que, o son una especie de amenaza a las empresas, o es una especie de soborno a los empresarios. Los efectos a largo plazo de este neocomunista, que siempre trata a las personas como si fueran los sirvientes de sus mansiones, es sólo uno. La devastación económica de los Estados Unidos de América. Para la muestra una Rusia, un Corea del Norte, una Venezuela… tantas cosas horribles que tienen los autoritarismos, o en palabras de Hannah Arendt, al referirse a los totalitarismos.