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Los norteamericanos: Una sociedad armada y esquizofrénica



Que a todos los norteamericanos se les dé por sufrir de depresión severa, lo primero que diría el vecino sería algo así como -¡mi novia me dejó! Me siento muy mal, esto no me había pasado antes-, entonces, abres el clóset y demora como 10 minutos tratando de escoger entre el fusil automático, el revólver calibre 45 largo con balas de fusil, una sub ametralladora, 50 cuchillos de todos los tipos, granadas y una que otra pistola para ver cómo “solucionar” su “difícil” situación emocional. Finalmente se decide por un pequeño revólver de bolsillo, empieza a llorar, escribe una carta de dos líneas diciéndole a su familia cuanto ama a su perro y luego se dispara.

La vecina, una joven promesa de la medicina, estudiante de una universidad súper prestigiosa, grita desesperadamente cuando se entera de la noticia de la muerte de su vecino, en medio de su llanto empieza a decirle a sus amigos lo triste que fueron escritas esas dos líneas y cómo y por qué ha quedado el perro tan sólo en esta vida. Sus amigos la rodean, y todos la siguen en su “amarga” tristeza. Llega la noche y aquella joven sigue muy “afectada” emocionalmente, ya se hace tarde y todos en casa duermen plácidamente, mientras tanto, la joven se dirige a la cocina, prepara una de esas bebidas que aprendió no se sabe nunca cuándo ni dónde y amanece botando babaza en el piso de la cocina. El primero que la ve es su padre, que destrozado le grita a todos en casa lo ocurrido.

Los colegas del padre que es médico le quieren ayudar a superar el dolor, lo invitan a una salida en el campo, todos están almorzando y es cuando llega el padre que aún sigue recordando el terrible momento en que vio a su hija tirada en el piso, tiene en cada brazo fusiles de última generación y empieza a disparar a diestra y siniestra, la brutal masacre deja 34 muertos y 100 heridos, 10 de ellos muy graves. Al padre despechado no lo alcanza a capturar la policía, pues se suicidó en la escena.

Todos los norteamericanos horrorizados por la masacre acuden masivamente a comprar armamento, unos para adquirir su primer revólver y otros para completar el arsenal que tienen en casa, todos, hombres y mujeres, pensando en su “derecho” de defenderse. Van ocurriendo una serie de sucesos que hacen que a todos se les dé por dispararle a todo el mundo y a suicidarse… entonces, al final de esta tragicomedia, no queda ningún norteamericano con vida… triste decirlo.

Steve Jobs: El perfecto idiota

       Lo bueno que tiene una persona de ser multimillonaria es que cualquier estupidez que diga es considerado algo sabio. Lo mismo sucede con los artistas reconocidos, los políticos, deportistas, empresarios, profesionales de toda índole... dicen o hacen cualquier cosa y se considera un paradigma. ¿Hay algo negativo en todo esto? No lo creo… ¿y entonces?

       Lo que sucede es que las palabras por más simples que parezcan y por más comunes que sean se convierten en una especie de icono, y aquí si hay algo terrible, lo terrible (y horroroso) es que el idiota multimillonario llega a creerse “sabio” y lo que dice, así sea cualquier frase llega a creer que ha emanado de su “sabiduría”. Y es más espantosa la estupidez que dice porque los demás hasta lo consideran algo “muy sabio” en el cual se “debe aprender” muchas de sus palabras simples y comunes.

      Un ejemplo perfecto (en este caso sí cabe la perfección) es el caso de Steve Jobs: el perfecto idiota, u otro que está de moda en el mundo “científico” de los idiotas el señor Stephen Hawking… ¿Será carisma mediático? ¿Poder de convencimiento? ¿El hermano mayor de los idiotas que logra ser escuchado y atendido por un montón de idiotas menores? El hecho es que sus palabras se llegan a convertir en algo “especial” como si se tratara de una rara especie de “iluminados”.

      Alguna vez cierto periodista le preguntó a cierto artista (no menciono nombres porque simplemente no los recuerdo, ni tiempo ni lugar) que qué consejos le daría a la juventud que sigue sus pasos (desgraciadamente para la humanidad), su respuesta no pudo ser algo más simple que la de un niño (mis respetos para los niños), o que la que hubiese dado cualquier persona que ni si quiere estuviese o fuese parte del medio… pero como salieron del gran idiota entonces llegó a ser calificado como un “gran consejo”.

      Conclusión: la televisión fue concebida para entretener y todos los que aparecen generalmente son para divertir a los televidentes, digo, generalmente, debo admitir que no todo el mundo es idiota (para fortuna de la humanidad). Entonces, que los grandes idiotas que inundan los medios de comunicación se limiten a decir sus estupideces, ok, sus palabras simples y comunes, y por favor (no importa que se lo crean los grandes idiotas) que por ello no se conviertan o no los conviertan en gurús, sacerdotes (o sacerdotisas), o cualquier cosa que se le parezca… porque sino te convertirás en un grandísimo idiota entre los idiotas… que no sería benéfico para la humanidad… simplemente toma las palabras como parte de la vida cotidiana. Gracias.