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VENEZUELA CONTRA VENEZUELA – EL CAPÍTULO FINAL


  ¿Quién tiene la razón? La mayoría de las veces en el ámbito académico, quien dice tener la razón se prepara para dar los mejores argumentos ya  sea en pro o en contra de algún tema determinado que se presente. Otras veces, en el ámbito político, no sólo los argumentos se tienen en cuenta, sino también la fuerza de la oratoria que le acompaña para defender alguna noción, pero, ¿qué pasa cuando se trata de la sociedad?

       Cuando es la sociedad que está profundamente dividida por un asunto, se llenan los espacios públicos, académicos y aún los culturales para defender con argumentos y con la fuerza de la oratoria los pros y los contra de algún tema, por lo tanto, cuando todos los frentes están agotados, al parecer, la única alternativa que queda es el camino de la violencia.

       La violencia empieza con una baja intensidad, para luego, cada día, aumentar más y más hasta llegar a un punto de inflexión en el que la violencia generará más violencia de manera que los conflictos a gran escala parecen inminentes. Hay que tener en cuenta, que para el caso de Venezuela, ese tema se trata nada más y nada menos que del máximo poder político que representa un presidente.

       Triste que los venezolanos estén en un crudo conflicto social, porque el asunto toca todos los ámbitos de la vida de la sociedad venezolana. Frente a esta situación, es la realidad tanto como la historia, las que pueden ofrecer la imparcialidad para resolver este tipo de cuestiones.

       Sin lugar a dudas la realidad contradice a los poderes que ostentan este momento el gobierno oficial de Venezuela, ¿por qué insisten Maduro y sus generales en aferrarse al poder? La única explicación viable y lógica es que debe ser por razones económicas, nada más.

       Por lo tanto, es hora de que Venezuela se enfrente contra esa otra Venezuela, que obstina, por miedo al futuro o por rabia, en seguir apoyando al régimen. Debe ser, definitivamente el último capítulo hacia la libertad.



Los norteamericanos: Una sociedad armada y esquizofrénica



Que a todos los norteamericanos se les dé por sufrir de depresión severa, lo primero que diría el vecino sería algo así como -¡mi novia me dejó! Me siento muy mal, esto no me había pasado antes-, entonces, abres el clóset y demora como 10 minutos tratando de escoger entre el fusil automático, el revólver calibre 45 largo con balas de fusil, una sub ametralladora, 50 cuchillos de todos los tipos, granadas y una que otra pistola para ver cómo “solucionar” su “difícil” situación emocional. Finalmente se decide por un pequeño revólver de bolsillo, empieza a llorar, escribe una carta de dos líneas diciéndole a su familia cuanto ama a su perro y luego se dispara.

La vecina, una joven promesa de la medicina, estudiante de una universidad súper prestigiosa, grita desesperadamente cuando se entera de la noticia de la muerte de su vecino, en medio de su llanto empieza a decirle a sus amigos lo triste que fueron escritas esas dos líneas y cómo y por qué ha quedado el perro tan sólo en esta vida. Sus amigos la rodean, y todos la siguen en su “amarga” tristeza. Llega la noche y aquella joven sigue muy “afectada” emocionalmente, ya se hace tarde y todos en casa duermen plácidamente, mientras tanto, la joven se dirige a la cocina, prepara una de esas bebidas que aprendió no se sabe nunca cuándo ni dónde y amanece botando babaza en el piso de la cocina. El primero que la ve es su padre, que destrozado le grita a todos en casa lo ocurrido.

Los colegas del padre que es médico le quieren ayudar a superar el dolor, lo invitan a una salida en el campo, todos están almorzando y es cuando llega el padre que aún sigue recordando el terrible momento en que vio a su hija tirada en el piso, tiene en cada brazo fusiles de última generación y empieza a disparar a diestra y siniestra, la brutal masacre deja 34 muertos y 100 heridos, 10 de ellos muy graves. Al padre despechado no lo alcanza a capturar la policía, pues se suicidó en la escena.

Todos los norteamericanos horrorizados por la masacre acuden masivamente a comprar armamento, unos para adquirir su primer revólver y otros para completar el arsenal que tienen en casa, todos, hombres y mujeres, pensando en su “derecho” de defenderse. Van ocurriendo una serie de sucesos que hacen que a todos se les dé por dispararle a todo el mundo y a suicidarse… entonces, al final de esta tragicomedia, no queda ningún norteamericano con vida… triste decirlo.