Raúl Castro simulará gran tristeza y enorme pérdida para la patria y la
revolución cubana ante los medio de comunicación, para pronto, la próxima
semana, hacer anuncios sobre la "ampliación" en la apertura económica y política, eso sí, con minutos
de silencio en todas partes y en todo momento.
Miles y miles de personas
saldrán a las calles a presenciar el féretro que se dirigirá hasta la catedral
para el último adiós, seguido por una larga marcha de fieles y fervorosos
revolucionario, acompañados también, por líderes de la región como los
presidentes de Bolivia y Nicaragua, en cuanto a Venezuela, para ese momento,
Maduro estará en una cárcel en EEUU y el país será nuevamente democrática. Otras
personas en cambio, deberán acompañar obligatoriamente el féretro por ser
empleados del gobierno cubano. Sin embargo, habrá miles que llorarán
sinceramente al gran líder de la revolución.
Los medios de comunicación
mostrarán imágenes de Castro por días enteros durante una semana. Cientos de periodistas publicarán, de la
noche a la mañana, libros sobre los secretos de Castro y biografías, cabe
recordar, biografías no autorizadas. Después de pasado por lo menos dos
semanas de su muerte, se harán entrevistas a familiares, amigos y funcionarios que fueron cercanos al gobierno de Fidel.
¿Y el futuro político de
Cuba? Será la pregunta del millón, para un parte de tranquilidad ante la
presión mundial, Raúl Castro informará con antelación (y con la esperanza de
permanecer en el poder siquiera, “tan sólo”, por dos décadas más) el que será
su posible sucesor, que se ha especulado, sea Miguel Díaz-Canel. Éste deberá
mostrarse defensor a ultranza de la revolución.
Sea cual fuere el tiempo para que Raúl también muera, el sucesor, en caso de que sea
Miguel Díaz-Canel u otro personaje que lo releve, se convertirá en algo así
como en un Nikita Jrushchov, aquel líder soviético que denunció públicamente
los abusos de Stalin y ordenó el derrumbamiento de sus esculturas por toda la
URSS. Pues también sucederá en Cuba, en el que se denunciará públicamente los abusos históricos de Fidel y se ordenará el derrumbamiento de sus esculturas en todo el país, no sin antes, enfrentar a los fanáticos seguidores.
Por lo demás, existiría
una especie de perestroika cubana, para pasar a un largo pero seguro proceso
democrático. Que, con su imperialismo y todo, sus políticas económicas neoliberales
y sociales, la población cubana
experimentará por primera vez la libertad de expresión, algo novedoso al
principio, pero satisfactorio después.