LAS
MUJERES: anónimas en la historia latinoamericana
(Introducción)
Las mujeres participaron activamente
antes, durante y después del proceso de Independencia de Colombia. Aunque existen
muchos escritos sobre heroínas que fueron protagonistas durante el desarrollo
histórico de la Independencia a partir de 1810, hay un ejército de mujeres que igualmente cumplieron una serie de papeles
que significó en última instancia la Independencia definitiva.
¿Quiénes fueron esas mujeres? ¿Por qué fueron próceras de la
Independencia? ¿Qué papel desempeñaron? ¿Cuáles fueron los mitos, símbolos e
imaginarios de la Mujer independentista que se creó con motivo de las
revoluciones? ¿Qué pensaban y cuál era su propósito al apoyar la causa
independentista? ¿Cuál era la mentalidad de las mujeres a principios del siglo
XIX? ¿Qué actitud tenían las mujeres frente al desarrollo militar, político,
económico y cultural que estaba transformando a la sociedad de la naciente
república?
En
primer lugar, ese ejército de mujeres,
las próceras de la Independencia, están
identificadas en los registros históricos. Las hay desde la más humilde pasando
por las poderosas, todas ellas cumplieron con objetivos específicos desde las
tomas de decisiones políticas hasta las acciones militares que tuvieron lugar a
lo largo y ancho de la nación. Las hay desde muy jóvenes pasando por los grupos
étnicos, o aquellas que se convirtieron en el motor que impulsaron los ánimos
de las poblaciones en la que cada una fue lideresa.
Calificativos
alusivos a la valentía de las mujeres, a sus determinaciones, sus audacias, a
veces simplemente se trataba de un cometido, esto es, cuando personajes como
Simón Bolívar o alguno que otro testigo que dejaron plasmados algunos de los
hechos destacados de las mujeres de
la época lo hicieron más por las impresiones que dejaban las mujeres por sus
acciones que por la preocupación de escribir sobre el complejo papel de la
mujer en todos los ámbitos sociales, políticos, económicos y culturales.
Las heroínas
anónimas de la Independencia en Colombia son el reflejo de las mujeres durante los demás procesos independentistas.
Factores como el comercio y los procesos sociales permitieron generar identidad
en las mujeres latinoamericanas. La Independencia de Colombia significó la
Independencia de otras naciones, significó participar en los mismos procesos
políticos que se desarrolló en el resto del continente y ello a su vez,
significó un protagonismo de la Mujer en toda América Latina.
Muchas
mujeres extranjeras, aquellas que no pertenecieron al virreinato neogranadino o
que no eran criollas participaron también en el proceso de Independencia, fueron
igualmente protagonistas. Sufrieron los rigores de las batallas, de las estigmatizaciones,
de las persecuciones, además cumplieron con objetivos sociales, políticos,
económicos y culturales que consolidaron la causa independentista.
La
Mujer: protagonista
“Una jaula perpetua debiera ser su abrigo si
no estuviera condenada a muerte, porque no hay duda que ha perdido el juicio, y
es una loca furiosa”.[1]
Muchos
hombres despertaron con la idea de Independencia pero las mujeres nunca dejaron
de sorprender cuando de enfrentar situaciones adversas se trataba, y ante la
determinación de ellas lo más -recomendable- era no tratar de provocarla.
Los
calificativos para estigmatizar o descalificar como el que se ha perdido el
juicio o que se ha vuelta loca lo que hacía era alimentar ese monstruo que los hombres “veían” que
había dentro de las mujeres y por lo tanto se debía mantener mucho cuidado con
ellas.
Cuando
una mujer no obedecía las órdenes no de sus superiores sino de sus enemigos
hacía inútiles[2]los
castigos que le aplicaban. Lo mismo sucedía con las mujeres en las cárceles[3],
éstas soportaron todo tipo de vejámenes, muchas de ellas fueron fusiladas o desterradas, de muchas otras maneras mostraron
las mujeres lealtad a sus ideales.
“Ve a morir con los hombres, nosotras las mujeres marcharemos
adelante: presentaremos nuestros pechos al cañón y que la metralla descargue
sobre nosotras, y los hombres nos sigan y a quienes hemos salvado de la primera
descarga, pasen sobre nuestros cadáveres, se apoderen de la artillería y
liberen la patria” [4]
Las leyendas de las mujeres generadas
durante la época de la Independencia hacen parte de la historia, de los procesos
sociales, políticos, económicos y culturales y ello también representa una
forma de pensar, un paradigma. Y es esta frase que destaca su protagonismo, es
ese grito que le da una madre a su hijo que permite distinguir el discurso de
la Mujer en los procesos históricos, se puede plantear entonces, que al mismo
tiempo esta mamá se está dirigiendo a toda su generación, esto es, se
transformaría en un grito de guerra.
¿Y
qué será, señora, su ofrenda tan espontánea y tan oportuna? Le pregunta un
oficial patriota a una mujer también patriota y ésta le contesta -Son cinco de
mis hijos – (esto es para
que hagan parte del ejército libertador) (…)”[5] son éstos elementos que implican responsabilidad, desprendimiento y
una serie de implicaciones que sólo se podría entender comprendiendo la fuerza
de la mujer para el pensamiento de la época.
La autoridad y el poder[6] de la mujer en la familia frente a los estamentos de la sociedad como
el religioso o comercial mantuvieron y aumentaron el heroísmo frente algunos
hechos epopéyicos como lo fueron los fusilamientos durante la denominada época
del terror en el marco de la reconquista de las tropas realistas.
A continuación, una anécdota legendaria que muestra la fuerza de la
mujer independentista:
“Manuela Beltrán había prendido el fervor en el Socorro, el 16 de marzo;
pero fue la Negra Magdalena quien, el 30 del mismo mes y en la misma ciudad,
puso a los hombres en pie de guerra. Era el viernes día de mercado. A la una de la tarde la plaza
de Chiquinquirá se llenó de gente, aunque nadie le paraba bola al mercado. Al
dar la una sonaron las campanas en la iglesia y alguien echó un volador, señal
convenida para una reunión masiva en la Plaza Mayor. Se gritaba mucho y se
hacía poco. A las tres de la tarde los ánimos comenzaban a pagarse. De pronto
una mulata, mayor de treinta y cinco, conocida por todos como la Negra
Magdalena, se paró en frente de la puerta de la administración del tabaco y preguntó con voz estruendosa:
‘¿Hay quién defienda las armas del rey?’. La audacia de la pregunta tomó
desprevenidos a los manifestantes. Hubo unos segundos de silencio y alguien al
fin gritó: ‘¡Noooo!’ y detrás de esa voz otras miles repitieron un ‘¡Noooo!’
clamoroso. La Negra Magdalena les tenía a los tumultuarios una segunda
pregunta: ‘¿Hay alguien que se ponga a la defensa de la renta del tabaco?’. El
‘¡Nooo!’’ esta vez fue coreado de inmediato. La Negra Magdalena formuló su
tercera pregunta: ‘¿Hay quién defienda este estanco?’. Se reiteró el ‘Noooo’
unánime. Alguno apuntó: ‘¡Ay de quién defienda este estanco!’. La Negra
Magdalena no tenía más preguntas, tomó una piedra de grueso calibre y con
puntería infalible la reventó sobre las armas reales colocadas en el lindel de
la tercena del estanco. Los vecinos rompieron el miedo que les imponían
aquellos escudos, símbolo del poder de una autoridad lejana y despótica.” [7]
Respecto a la anécdota anterior, hay que
tener en cuenta, que la enseñanza de las niñas criollas se efectuaba en los
conventos de monjas y en los colegios –internados- que para ellas se habían
establecido. El proyecto educativo era el mismo que el presentado en los
colegios de la Nueva España; formación integral de la mujer como cristiana y
preparándola a la vez para –regir la casa- y actuar en esa sociedad de la que
formaban parte y que se define entonces como la –buena política-[8]. Lo cual les abría el camino para realizar sus vidas en el convento o
el hogar mediante el matrimonio cristiano unígamo e indisoluble.
El
ideal era la obediencia de parte de la mujer y obtener el grado de
conocimientos suficientes para ser una especie de buena mujer, esto también aplicaba a las mujeres
indígenas, en resumen, las mujeres eran educadas para prestar un buen servicio
a la casa y a la comunidad. Sin embargo, las revoluciones de Independencia
revelaron la capacidad real de las mujeres en todos los ámbitos sociales.
Dentro de las mujeres protagonistas en el proceso de Independencia de
Colombia se encuentran: Madame Julienne[9] fue quien en Jamaica le sirvió de refugio a Simón Bolívar. Andrea
Ricaurte de Lozano, esposa de don Judas Tadeo Lozano, casa que era como el
cuartel general, el centro bogotano de la conspiración contra los realistas[10].
Hubo mujeres como Antonia Santos que
desesperada por los atropellos, vejámenes y humillaciones que pasaban sobre los
patriotas, reflexionaron sobre estas situaciones y muchas veces les produjo un sentimiento de justa reivindicación[11] que reclamaba ya el fin de tantas tristezas y dolores, resolvió
organizar y costear con su peculio la célebre guerrilla de Comoro, cuyo centro
de actividades fue principalmente su casa de El Hatillo.
Heroína recordada (casi olvidada) es Rita
Duque de Montoya[12], antioqueña. A la caída dela República (alrededor de 1816), tuvo
rasgos sobresalientes de generosidad al dar libertad a muchos patriotas
recluidos en las cárceles. Este tipo de
hechos son heroicas en tanto se trataba de una época de guerra, de terror y de
intimidación y cualquier acción podría significar la muerte.
Otra prócera fue la esclava Josefa Conde[13], quien trabajó conjuntamente con Josefa Castro (su ama) en recolección de armas, de hombres y de
caballos para la guerra. Por tal motivo, fue sacrificada con su esclava el 13
de septiembre de 1817.
Significativos hechos llevaron a cabo
una serie de heroínas como Ana María Martínez de Nisser, de Sonsón, quien “(…)
se hace célebre como heroica combatiente en Salamina, el 4 de mayo de 1841, y
muere el 18 de noviembre de 1872”[14]. Está Leonor Guerra,
“Heroína-mártir natural de Cartagena, azotada públicamente por defender a los
patriotas, murió a consecuencia del castigo” [15]
Se encuentra también Eugenia Arrazola
quien fue “Heroína-mártir natural de Turbaco, fusilada por Morillo en la
hacienda de ‘Torrecilla’, situada a una distancia media entre Cartagena y
aquella ciudad. Su ejecución tuvo lugar el 30 de agosto de 1815 por habérsele
comprobado que servía de enlace para la transmisión de las noticias a sus
compatriotas sitiados en Cartagena”[16].
Y Estefanía Parra quien fue “patriota de cuna humilde
pero de un íntimo interés por su patria amada. Fue uno de los elementos claves
en la batalla de Boyacá, porque fue ella quien colaboró oportunísimamente con Santander en el
problema crucial del paso del Río Boyacá (…)”[17]
Epílogo:
Las mujeres en la historia de la
Independencia de Colombia debe ser escrita como una reivindicación histórica frente
al androcentrismo, debe asumirse el protagonismo de la Mujer en todos los
campos sociales, desde su rol en las batallas como las que ayudaron, entre otras cosas, en asuntos tan elementales como bordar[18]
significaron factores claves en el triunfo y consolidación de la Independencia
de la nación.
En las
diferentes celebraciones se debe escribir y recordar muy especialmente a las
mujeres anónimas. En este orden de ideas, cabe recordar para los bicentenarios
algunas heroínas como:
Gabriela Barriga, mujer de Villavicencio[19]
(desterrada a Anolaima), Bárbara Forero, es compañera de la Matilde que se presentó en
público para arengar; se preciaba de tener escuela pública abierta en su casa para
enseñar a sus compatriotas bellos modales. Es natural de Zipaquirá y ha sido desterrada a
Sesca.
Heroínas anónimas desterradas fueron:
La mujer de Fruto
Gutiérrez[20],
también está la familia de Girardot. Hay que recordar que muchas de las mujeres
fueron encarceladas o desterradas por causa de las revoluciones
independentistas, como Carlota Armero, quien fue fusilada por el oficial
español Santacruz, en su ciudad natal, el 28 de mayo de 1816[21].
Existen también leyendas
de heroínas, formadas eventualmente por lo que se podría llamar en –gritos de guerra-, por ejemplo, en los
diferentes gritos como el de “¡Viva Santa Fe y mueran los chapetones!”[22]O
el de “Nosotras las mujeres (…) marchemos delante
(…)”[23]muestran el dinamismo, mostraban el dramatismo y la pasión que suscitó
entre los habitantes de cada provincia, el hecho es que esa misma efervescencia
política se concentraría en la provincia
de Santafé.
La
valentía de la mujer siempre está encerrada por una áurea, en el sentido de que
para la época (1810-1816), una mujer rebelde era considerada potencialmente peligrosa. Y esto lo aumentó
el fusilamiento de muchas mujeres que convirtieron esos momentos en leyendas
heroicas. El siguiente caso
es un ejemplo de ello:
“Las mujeres daban ejemplo a los soldados; un valiente patriota que
avanzaba con espada en mano, le pidió a una mujer que se apartase para ocupar
el lugar; ésta se injuria y le dice: ‘¿La piedra que yo lance no hará tanto
efecto como sus golpes?’ y se mantuvo firme en el puesto”[24]
Cabe recordar que no sólo los notables
sino hasta el mismo Simón Bolívar consideraban como ineptos e incapaces a la
población en general, ya fueran los supuestos ideales liberales o
conservadores, ésta excusa sirvió no sólo para las “(…) mujeres (…) ni en los
menores de veinticinco años (…)”[25]sino
para iniciar una larga historia de limitaciones y privaciones políticas en todo
el territorio de la futura república.
“Cumplido el suceso de la
toma del convento y rendición de la tropa española, en la cual según afirmación
del padre Afanador, testigo presencial de los acontecimientos, tomaron parte
activa muchas mujeres del poblado, que refiere las vio subidas junto con sus
hombres en los caballetes de los tejados disparando con cañones hechos de
guadua liada con bejucos, y muchas en la plazuela arrojando piedras de bastante
peso contra los soldados españoles (…)”[26]
Conclusión:
La
Mujer no solo contribuyó con la causa independentista, sino que también fue
motor, desarrollo y consolidación inherente de la Independencia de Colombia y
de las naciones latinoamericanas. Al participar de los procesos independentistas
en factores como la logística, en recursos, en apoyo moral se puede resumir el
papel de las mujeres en la independencia y de muchas heroínas anónimas.
FUENTES
DOCUMENTALES Y BIBLIOGRÁFICAS
Rodríguez Gómez, Juan Camilo, “La
Independencia del Socorro en la génesis de la emancipación colombiana”, en: Credencial Historia, No. 242, printer
colombiana S. A., Bogotá, febrero de 2010, Pág. 07.
Rodríguez Gómez, Juan Camilo, “La Independencia
del Socorro en la génesis de la emancipación colombiana”, en: Credencial Historia, No. 242, printer
colombiana S. A., Bogotá, febrero de 2010, Pág. 07.