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La historia detrás del COVID 19 - el secreto del coronavirus
Los coronavirus en la historia - La historia detrás de la noticia
De
Norberto Molina Guerrero - Investigador académico y escritor
en
marzo 31, 2020
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América Latina,
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PULSO MUNDIAL
LA OTRA CARA DEL CORONAVIRUS Nacionalismo, racismo y xenofobia
La realidad política es más cruenta y terrible
que la realidad social, y es que la mayor preocupación de los líderes mundiales
no es el coronavirus, en ningún momento. Son las consecuencias económicas que
trae este virus. Y las medidas de todo tipo de restricciones no son
precisamente para proteger la vida, si no para minimizar los riesgos
comerciales, todo ello, bajo el paradigma del salvaje, terrible, cruento e
insensible modelo neoliberal.
Los despidos de miles de trabajadores
independientes, de prestadores de servicio y muchos otros miles más, es una
consecuencia de la pandemia mundial, esto por supuesto, no detendrá el contagio
de millones de personas, es imposible el virus, solo el mismo organismo de las
personas lo puede lograr, los más capacitados sobrevivirán diría un
evolucionista.
Pero surge un interrogante, ¿será el
coronavirus un terremoto contra el neoliberalismo? Por el momento Wall Street
muestra síntomas de estabilidad, sin embargo, expertos en la materia
aseguran que después de la convulsión de la pandemia se tomarán nuevas
políticas, económicas y sociales.
En este orden de ideas, es una señal
fatal cuando Donald Trump tildó el coronavirus como de virus chino, esto
causó indignación pero no lo suficiente como para cambiar el racismo implícito
en esa declaración, mejor dicho, en ese estigma.
Sin bien es cierto que el nacionalismo,
acompañado del racismo y la xenofobia no es un asunto nuevo en la sociedad
norteamericana, recuérdese por ejemplo el genocidio contra los indígenas
nativos, es preocupante que resurja con fuerza cuando el siglo XXI supone una
transformación de paradigma en relación con la convivencia de todas las
culturas en el mundo.
Ese resurgir es sólo comparable a las
ideologías religiosas radicales que no toleran la diversidad de pensamiento. Y
es que estos tres factores: nacionalismo, racismo y xenofobia está
estrechamente ligado a las relaciones de poder, esto es, considerar al otro
como inferior frente a cierta clase o estamento político y social.
Lo triste es que el coronavirus se ha
convertido en la justificación perfecta para que sectores ultraconservadores en
varios países están construyendo sus discursos con el propósito de expulsar a
inmigrantes asiáticos, pero que comprenden también sectores como los afrodescendientes
o latinoamericanos.
Por parte de los líderes políticos
radicales, se entiende que sus acciones tienen como fondo intereses económicos
y geopolíticos. Pero lo más preocupante, es que las personas que simpatizan con
estas ideologías radicales lo hacen inmersos en la ignorancia, que es en el
fondo más peligroso que cualquier otra razón o circunstancia.
De
Norberto Molina Guerrero - Investigador académico y escritor
en
marzo 26, 2020
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NO MÁS VIOLENCIA PUBLICITARIA FEMINISTA
Alguna vez un amigo afirmaba que las
nociones universales son falsas, y ponía como ejemplo cuando se mencionan
enunciados como: “los policías son corruptos”, “los profesores de matemáticas
no saben explicar”, y cosas por el estilo. La razón por las que son nociones
falsas, es simplemente porque no todos los policías son corruptos y no todos
los profesores de matemáticas son antipedagógicos.
¿Cómo es posible entonces que algunas
instituciones o funcionarios, o personajes o entidades estatales o privadas se
atrevan a señalar el problema de la violencia (en términos generales) como un
fenómeno de los hombres? Esto puede tener diferentes explicaciones o
interpretaciones (de carácter sociológico si se quiere) de la insistencia en
incluir el artículo determinista los para señalar a los hombres como los
culpables de los conflictos de baja o alta densidad que se presenta en una sociedad.
Siempre he considerado que un
acontecimiento de cualquier índole, sea político, social, económico o cultural
es producto de varios elementos pasados y presentes que generan en una o diversos resultados, sean
éstos positivos o negativos para un individuo o población.
Y es que mi preocupación se centra en la
cantidad de publicidad feminista que existe en varias ciudades
latinoamericanas, especialmente por emanar éstos desde algunas entidades
gubernamentales, y cómo ésta publicidad se muestra agresiva en función de acusar
al género masculino de toda violencia que ha sufrido y sufren las mujeres como
un estado social absoluto y total en términos generales. Y para ello quiero
enfocarme en el caso de la Ciudad de México para ilustrar esta cuestión.
Desde hace algunos años, he podido
observar publicidad visual y audible sobre la prevención de la violencia
de género, que realmente así es como le denominan la violencia contra las
mujeres. Al principio parecía tener un cierto aire de pedagogía con uno que
otro mensaje que llevaba a la reflexión sobre esta realidad social.
Ahora bien, en la medida que se fueron
presentando situaciones de violencia contra algunas mujeres, el mensaje institucional
se ha concentrado en proyectar una culpabilidad hacia los hombres. Mensajes
como “cuidado con los hombres”, “que los hombres son”, “que los hombres aquello”,
esto, acompañado de ilustraciones y fotos de los hombres contra las
mujeres.
¿Cómo pretenden universalizar una
culpabilidad de un fenómeno social homogeneizando a un sector de la población? A
esto es lo que le llamo violencia publicitaria feminista. Porque más allá del
artículo absolutista y determinista los. Las personas que toman la
decisión y llevan a cabo este tipo de publicidad, no son, definitivamente,
generadores de convivencia social.
La protesta social en Colombia como forma continua de una guerra civil
La idea de una definición (aproximada) de una democracia es que el poder (entendido ello como todas las instituciones del Estado) emana del pueblo y para el pueblo (entendido ello como la decisión de una mayoría sobre una minoría a la que hay que respetar). Si bien en la antigua Grecia se inventó este sistema en medio de una sociedad elevadamente culta y pensadora, el discurso que sostuvo el sistema se basaba en una especie de acuerdo entre la élite social.
A todo ello le faltó, como dicen por ahí, una pata a la silla. Y no era de menor importancia, se trataba nada menos que del sector social que sostenía todo el sistema estamental, ¿en dónde estaban los siervos-esclavos, las mujeres y demás sectores sociales? Sin lugar a dudas, y sin adherirme a ningún tipo de ideología historicista totalizante, esta falencia constituyó uno de los principales factores dentro del ritmo de las revoluciones sucesivas desde el siglo XVIII.
Ahora, después de los cambios estructurales sociales y políticos, hay que reconocer que las relaciones de poder cambiaron un poco, o por decirlo de alguna manera más optimista, el sistema democrático se amplió y se volvió más flexible, precisamente para dar cabida a ese espectro al que se le denomina (las élites del poder lo utilizan de manera peyorativa) pueblo.
No es que haya faltado pensamiento sobre la noción de democracia, en el que conceptos como nación y república han sido parte de las reflexiones, no es que se haya faltado cierto grado de participación entre la población en general, sino que el solo hecho de mantener ese espectro de pueblo hace imposible, o ha hecho imposible una aplicación plena del sistema democrático, esto es, que la democracia, tanto como otras ideologías como el comunismo, se convirtieron en una especie de utopía política.
Esto ha significado que después de una revolución social una de las mayores expresiones democráticas como ha sido el voto no ha representado una paz política, sino más bien (en términos de Fernand Braudel) una disminución en la intensidad del conflicto de las revoluciones sociales, es decir, en el fondo, los conflictos sociales y políticos siguen vivos, siempre están presentes. Es por ello, quizás, que algunas sociedades han preferido un sistema totalitarista para evitar el resurgimiento de cualquier inconformidad del pueblo ya que esto supondría un retorno a la inestabilidad.
En Colombia, las características han sido similares, las causas de las guerras civiles como copias de las revoluciones en que el desarrollo y las consecuencias han supuesto una ampliación democrática y una paz política, realmente, en el fondo, se han mantenido latentes los conflictos que resurgen de vez en cuando, aumentando la intensidad cada vez que se acumulan sentimientos de inconformidad. Esto es, que en la actualidad, las protestas sociales que vive el país son una continuación de esas guerras civiles, ahora bien, ¿la solución? Es tener en cuenta, en la medida de las posibilidades pragmáticas, una amplísima participación de todos los sectores sociales que tenga como único propósito disminuir la intensidad del conflicto
A todo ello le faltó, como dicen por ahí, una pata a la silla. Y no era de menor importancia, se trataba nada menos que del sector social que sostenía todo el sistema estamental, ¿en dónde estaban los siervos-esclavos, las mujeres y demás sectores sociales? Sin lugar a dudas, y sin adherirme a ningún tipo de ideología historicista totalizante, esta falencia constituyó uno de los principales factores dentro del ritmo de las revoluciones sucesivas desde el siglo XVIII.
Ahora, después de los cambios estructurales sociales y políticos, hay que reconocer que las relaciones de poder cambiaron un poco, o por decirlo de alguna manera más optimista, el sistema democrático se amplió y se volvió más flexible, precisamente para dar cabida a ese espectro al que se le denomina (las élites del poder lo utilizan de manera peyorativa) pueblo.
No es que haya faltado pensamiento sobre la noción de democracia, en el que conceptos como nación y república han sido parte de las reflexiones, no es que se haya faltado cierto grado de participación entre la población en general, sino que el solo hecho de mantener ese espectro de pueblo hace imposible, o ha hecho imposible una aplicación plena del sistema democrático, esto es, que la democracia, tanto como otras ideologías como el comunismo, se convirtieron en una especie de utopía política.
Esto ha significado que después de una revolución social una de las mayores expresiones democráticas como ha sido el voto no ha representado una paz política, sino más bien (en términos de Fernand Braudel) una disminución en la intensidad del conflicto de las revoluciones sociales, es decir, en el fondo, los conflictos sociales y políticos siguen vivos, siempre están presentes. Es por ello, quizás, que algunas sociedades han preferido un sistema totalitarista para evitar el resurgimiento de cualquier inconformidad del pueblo ya que esto supondría un retorno a la inestabilidad.
En Colombia, las características han sido similares, las causas de las guerras civiles como copias de las revoluciones en que el desarrollo y las consecuencias han supuesto una ampliación democrática y una paz política, realmente, en el fondo, se han mantenido latentes los conflictos que resurgen de vez en cuando, aumentando la intensidad cada vez que se acumulan sentimientos de inconformidad. Esto es, que en la actualidad, las protestas sociales que vive el país son una continuación de esas guerras civiles, ahora bien, ¿la solución? Es tener en cuenta, en la medida de las posibilidades pragmáticas, una amplísima participación de todos los sectores sociales que tenga como único propósito disminuir la intensidad del conflicto
Protestas sociales versus cambio climático
La triste realidad de las organizaciones civiles, los activistas y las protestas sociales alrededor del mundo a favor del Medio Ambiente, es que enfrentarse contra el cambio climático significa enfrentarse contra los poderes estamentales que representan los gobernantes de las naciones más contaminantes del planeta tierra y es enfrentarse también contra las compañías y las industrias más contaminantes del mundo, en este caso, han ganado el primer round, ¿qué hacer frente a esta situación?
Se dice que las protestas de antes en comparación con las de ahora, es que las de antes generaban cambios reales, pero las de ahora son sólo gritos en el aire. En este orden de ideas, ¿cuál es la diferencia entre un Martín Luther King y un Mahatma Gandhi respecto a una Greta Thunberg o a una organización internacional como Greenpeace? ¿Por qué los primeros lograron grandes cambios sociales y políticos y los segundos apenas si pueden generar opiniones entre diversos sectores de la sociedad? ¿Qué es lo que le hace falta a las organizaciones sociales en la actualidad?
Dentro de las conclusiones emitidas por el conocido club de Roma (hace algunas décadas) llama la atención en uno de sus apartes porque menciona aspectos relacionados con la psicología individual y con algunos factores sociológicos, y es el hecho de que las personas no consideran importante, de atención y cuidado ningún asunto en el que se vea afectado más allá de su círculo inmediato como lo es la familia. Esto es, que básicamente a los seres humanos no nos importa nada que nos comprometo de manera directa.
En ese caso, si no han sido efectivos esos gritos al aire para generar una conciencia que tenga un alcance suficiente para cambiar las actitudes indiferentes de los países más contaminantes, ¿Qué hacer? ¿Hay un plan b? ¿Están los pueblos del mundo frente a una batalla perdida?
Si bien el panorama es tan aterrador que personajes como Stephen Hawking, que en su momento insistiera en hacer advertencias de la crisis del cambio climático o Mario Vargas Llosa que sugirió una especie de tercera guerra mundial esparcido en pleno desarrollo (coincidiendo con el papa Francisco I) por el aumento de diferentes conflictos bélicos que agravan la delicada situación ambiental en el planeta, hay motivos para no rendirse y revertir estas realidades, a pesar del sonado fracaso de la Cumbre del Clima de Madrid y aunque suene a utopía.
Se estima que sólo el 25% de los productos son reciclados en el planeta, es muy poco, pero, independientemente de las estadísticas, el objetivo a lograr es presionar a los gobernantes con el propósito de asumir políticas de estado para disminuir el impacto de la contaminación ambiental y con ello el del cambio climático, ahora bien, la prioridad de este objetivo, es, sin lugar a dudas, conseguir que tanto China como los EE.UU. asuman el compromiso político, ¿cómo lograrlo? La mejor manera para este tipo de desafíos es concienciar a las respectivas poblaciones de que sus gobiernos deben cambiar de posición política y por ello es importante masificar las campañas en favor del medio ambiente por un lado, de los riesgos que todos corren con motivo del cambio climático y de la necesidad de cambiar de paradigma de desarrollo económico, por uno que tenga carácter de sostenibilidad, hay que creer que ello es posible.
Se dice que las protestas de antes en comparación con las de ahora, es que las de antes generaban cambios reales, pero las de ahora son sólo gritos en el aire. En este orden de ideas, ¿cuál es la diferencia entre un Martín Luther King y un Mahatma Gandhi respecto a una Greta Thunberg o a una organización internacional como Greenpeace? ¿Por qué los primeros lograron grandes cambios sociales y políticos y los segundos apenas si pueden generar opiniones entre diversos sectores de la sociedad? ¿Qué es lo que le hace falta a las organizaciones sociales en la actualidad?
Dentro de las conclusiones emitidas por el conocido club de Roma (hace algunas décadas) llama la atención en uno de sus apartes porque menciona aspectos relacionados con la psicología individual y con algunos factores sociológicos, y es el hecho de que las personas no consideran importante, de atención y cuidado ningún asunto en el que se vea afectado más allá de su círculo inmediato como lo es la familia. Esto es, que básicamente a los seres humanos no nos importa nada que nos comprometo de manera directa.
En ese caso, si no han sido efectivos esos gritos al aire para generar una conciencia que tenga un alcance suficiente para cambiar las actitudes indiferentes de los países más contaminantes, ¿Qué hacer? ¿Hay un plan b? ¿Están los pueblos del mundo frente a una batalla perdida?
Si bien el panorama es tan aterrador que personajes como Stephen Hawking, que en su momento insistiera en hacer advertencias de la crisis del cambio climático o Mario Vargas Llosa que sugirió una especie de tercera guerra mundial esparcido en pleno desarrollo (coincidiendo con el papa Francisco I) por el aumento de diferentes conflictos bélicos que agravan la delicada situación ambiental en el planeta, hay motivos para no rendirse y revertir estas realidades, a pesar del sonado fracaso de la Cumbre del Clima de Madrid y aunque suene a utopía.
Se estima que sólo el 25% de los productos son reciclados en el planeta, es muy poco, pero, independientemente de las estadísticas, el objetivo a lograr es presionar a los gobernantes con el propósito de asumir políticas de estado para disminuir el impacto de la contaminación ambiental y con ello el del cambio climático, ahora bien, la prioridad de este objetivo, es, sin lugar a dudas, conseguir que tanto China como los EE.UU. asuman el compromiso político, ¿cómo lograrlo? La mejor manera para este tipo de desafíos es concienciar a las respectivas poblaciones de que sus gobiernos deben cambiar de posición política y por ello es importante masificar las campañas en favor del medio ambiente por un lado, de los riesgos que todos corren con motivo del cambio climático y de la necesidad de cambiar de paradigma de desarrollo económico, por uno que tenga carácter de sostenibilidad, hay que creer que ello es posible.
De
Norberto Molina Guerrero - Investigador académico y escritor
en
febrero 27, 2020
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Independencias, Centenarios y Bicentenarios en Colombia (1810-1814) (1910-1914) Autor: Norberto Molina Guerrero (reseña)
Reseña tomado del portal https://infolibros.org/libros-de-historia-de-colombia/
Independencias, Centenarios y Bicentenarios en Colombia (1810-1814) (1910-1914) hace principalmente una exhaustiva revisión en torno a los acontecimientos suscitados durante el proceso independentista emprendido en 1810 para liberar a Colombia, entonces Nuevo Reino de Granada, del dominio español.
Apoyado en una vívida descripción así como en distinguidas fuentes bibliográficas y valiosas imágenes, el libro describe las campañas realizadas a lo largo de diversos y distintivos puntos de la geografía colombiana, mostrando tanto la progresión como los reveses sufridos a manos de las fuerzas realistas, fieles a la corona española, en un conflicto que duró cerca de una década.
Asimismo luego de la hazaña independentista se señala su conmemoración centenaria, esto a fin de presentar cómo fue recordada a inicios del siglo XX, en una Colombia mayormente rural que no iniciaba aun su camino a la modernidad, así como la conmemoración del bicentenario independentista, fresca en la memoria colectiva y con un país ya adentrado en la era moderna.
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